La Mujer De Dios Rosa Diaz

El Afán o Ansiedad Por Las Cosas: ¿Cual Es Tu Afán?

¿Cual es tu Afán?

“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses‬ ‭4:4-7‬

Qué es el Afán: la palabra afán viene del original griego merimnaō: Preocupado, Pensante. Trabajo excesivo, fatigoso y duro. Anhelo vehemente. Dedicación e interés con que se hace una cosa. Deseo intenso de conseguir algo, interés y empeño por hacer las cosas.

“Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” S. Lucas‬ ‭10:40-42‬

El afán nos lleva a descuidar nuestra vida espiritual. Es tanta la preocupación que sentimos por nuestras responsabilidades y deberes cotidianos que perdemos de vista cual es la mejor parte. Nuestra mente es constantemente bombardeada por cosas que luchan por nuestra atención.

“La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.” S. Lucas‬ ‭8:14‬

En una ocasión escuche un pensamiento de Stovall Wheems que decía algo así…

“La demanda constante en nuestra mente, las distracciones y el ruido pueden agobiarnos y ponernos en una niebla espiritual. La vida tiene una forma de amontonar la presión y el dolor, lo que hace que nuestras emociones se salgan de control. A medida que nos cansamos y agobiamos, nuestra conciencia puede desensibilizarse; en realidad no molestarnos por las cosas que una vez nos traían convicción. La voz de Dios se amortigua (se opaca) lentamente, y comenzamos a perder nuestra pasión por Él. El fuego comienza a desvanecerse dentro de la oscuridad, y nos ponemos en piloto automático, operando desde una posición de obligación o rutina en nuestra relación con Dios, en lugar de una de afecto y fervor.”

Stovall Wheems

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